Venia yo caminando a paso rapido como todas mis mañanas, enfocado en sentir todo lo que pasaba en mis pies, rodillas, latidos, y cadera cuando de repente, a lo lejos, veo una silueta conocida, era Elias, mi amigo de vieja data, deportista excelso, agustiniano como yo, que venía de regreso de su trote matinal por los mismos caminos que yo recorro.
Este cruce, no planificado se había dado con frecuencia, yo admirando su tesón, él dandome animos con el clasico cruce de palmadas "give me five".
De repente, ese dia, Elias se detiene, da media vuelta me toma por la espalda y empieza a trotar en la misma dirección que yo iba... hablaba dandome animos y apoyando mi esfuerzo.
Cinco minutos mas tarde, se da media vuelta y despide siguiendo su camino!!!
Yo quedo paralizado, viendo a mi alrededor, tratando de enteder que me estaba pasando, ¿que era ese animo que no conocía dentro de mi?... hasta que contacté el hecho insolito, había trotado cinco minutos seguidos... sin morirme de fatiga, dolor en las caderas, falta de aire, taquicardia!!!! ¿ como era posible esto?
Desde que comencé mi camino, me había propuesto, Guido solo caminas, si quieres rapido, pero no trotes, tu no puedes, no lo has hecho en mas de 20 años... te vas a morir y destruir si lo haces...
De repente aqui estaba, acelerado, pero no muerto como siempre me había pasado, había logrado trotar sin apuro, y sin morir en el intento.
Segui andando rumiando la grata experencia de haber podido entrar en un espacio, que yo mismo me había cerrado años atras, mi propio paradigma. Elias, sin querer, de forma fortuita me abrió una puerta que me introdujo a nuevas emociones asi como caminos nuevos que subitamente me dije quiero recorrer a mi regreso de El Camino de Santiago. Quiero volver a trotar, no ganar carreras, pero poder sentir que corro... sentir eso de "se me sale el corazón"...
|
Zapatos sin limites. |
Me pregunto, cuantas puertas no me habrán abierto a lo largo de mi andar y nunca cruce el umbral de las mismas, cuantos espacios y caminos no andados por mis propios paradigmas.
Gracias Elias Esber, gran agustiniano, por haberme abierto muchas puertas.
Gracias Magaly Villalobos por haberme enseñado a no tener miedo a caminar senderos oscuros y tenebrosos, querer descubrirme y hacer que cada dia sea distinto.
Gracias Nancy Segarra por haberme enseñado a converitr las aventuras y desventuras de mi vivir en retos llenos de energia vital.
Gracias a Dios, por haberme permitido comenzar a saborear lo que es la vida plena.